PAROXISMO DE REFLEXIONES: CUARTA TEMPORADA 4.-EL AMOR DE DIOS REVELADO AL HOMBRE

 

PRIMER MOMENTO: DIOS REVELÁNDOSE AL HOMBRE

El Dios bíblico es un Dios que toma la iniciativa para mostrar su naturaleza al hombre, lo ha demostrado a lo largo de toda la historia. Este Dios no deseó tratar solamente con el pueblo judío, sino que constantemente buscó mostrarse a la humanidad, por lo cual no dejó sin “luces” a ningún hombre que ha existido en esta tierra; por lo tanto podemos decir que este Dios bíblico dejó cierta noción en todos los hombres, sin importar de qué raza o en qué situación geográfica se encontraran (Juan 1:9, Romanos 1:20, 2:12-15). Es verdad que las representaciones de las divinidades varían y que la cantidad de dioses que el hombre ha adorado es muy grande. Ante eso el cristianismo puede decir que, si bien todos los hombres tienen la noción del Dios eterno, dicha noción fue deformada cuando entró el pecado en la humanidad. Pero todo mal en sí tiene que proceder del bien mismo.

Por lo tanto este Dios que se revela es parte fundamental de la doctrina cristiana. Podemos usar el razonamiento como herramienta para conocer a Dios, pero nuestro alcance sería nulo y absurdamente ingenuo si este Dios no se diera a conocer a sí mismo al hombre. Otro asunto importante que tiene que ver con este tópico es que este Dios desea revelarse a todos los hombres, sin ninguna distinción; pero surge la pregunta ¿Por qué hay hombres que recibieron más revelación de Dios que otros? Eso tiene que ver con nuestra “actitud receptiva”, lo cual podría traducirse como “cuanta importancia le daremos a las palabras que este Dios quiere revelar”. Nosotros como expositores buscamos gente que pueda valorar nuestras palabras, ¡cuánto más Dios!

 

SEGUNDO MOMENTO: EL HOMBRE COMO DELEITE DE DIOS

Si seguimos la secuencia lógica, comprenderemos porqué el deísmo (creencia en un dios creador, pero que arroja a su suerte a la creación) es esencialmente inferior a la creencia cristiana de que el mismo Dios que creó todas las cosas es el mismo que las sustenta y que, hasta cierto punto (punto que tiene que ver con el libre albedrio), cuida de toda su creación (Colosenses 1:16-17). Y esto no solo por mero sentimiento, sino porque un sinsentido, como crear algo para después abandonarlo, no entra en la categoría de las características de la perfección. Recordemos que la creación es algo, más que decorativo, con un propósito, y sabemos que tiene propósito porque empíricamente (es decir, por experiencia de nuestra existencia misma) percibimos la existencia de un propósito, y por ende si descubrimos como error el desapego de un creador hacia una creación que por sí sola no concibe con claridad su funcionamiento, Dios no puede poseer este error. Como señala Descartes: “¿Sería posible que yo dudo y que no sea totalmente perfecto, sino tuviera la idea de un ser más perfecto que yo, con el cual me comparo y de cuya comparación resultan los defectos de mi naturaleza?” (Rene descartes, Discurso del método, 1637).

Por lo tanto, si existe un Dios, este debería encargarse de su creación. El Dios bíblico posee esta característica (Hebreos 1:3, Mateo 6:26, salmo 104:14). No solo cuida a su creación, sino que expresa su interés hacia esta. De modo que Dios muestra un deleite por los seres que creo, diciendo lo bueno que eran, aficionándose a la obra de sus manos, procurando a detalle su propósito (Génesis 1:31, Job 14:15). Como cuando nosotros estimamos aquello hecho por nuestras manos, así este dios encuentra satisfacción en su creación, y su interés también lo lleva a dolerse por la misma.

 

TERCER MOMENTO: EN ESTO CONOCEMOS

Dios se muestra de una u otra forma a todos los hombres, pues está interesado en ellos. Leibniz habla de tres sustancias simples o “monadas”, las inconscientes, aquellas que tienen consciencia pero se guían por instintos, y las que tienen consciencia y un libre albedrio razonable (Gottfried Leibniz, Monadología, 1714). Nosotros somos esta tercera sustancia, de modo que tenemos la capacidad de razonar y elegir más allá de nuestros instintos o necesidades. Esto, en términos prácticos tiene que ver con que podemos aceptar o rechazar libremente la revelación de dios a nuestras vidas. He aquí la respuesta de porque dios no es percibido de igual manera por los hombres.

Pongamos un ejemplo: imaginemos que un chico está enamorado de una joven, y este intenta expresarle su amor. Sin embargo la chica lo considera detestable, por lo que el chico está limitado en cuanto a sus formas de dar a conocer su amor a la chica. Podrá mandarle cartas de lejos, o procurar su bien a distancia, más nunca podrá acercarse lo suficiente a ella y demostrarle su amor de forma explícita, sino es que esta lo permite. Lo mismo sucede en el caso de Dios. Constantemente creemos que este Dios cristiano tiene favoritismos por “los que le temen y guardan sus mandamientos” (Éxodo 20:6, Salmo 111:5), cuando en realidad es esta gente la que permite este acercamiento por parte de Dios.

Sin embargo, Dios ha mostrado su amor aun a aquellos que se mantienen lejos de Él, de modo que generaliza en las características que expresa respecto a aquellos que ama, hasta que en la cumbre de Su revelación, en la revelación del evangelio por medio de la figura de Jesucristo, Él expresa que ama a todo el mundo (Juan 3:16). Es un amor que se puede dividir en niveles de acuerdo a cuánto tú permitas que Dios “se te acerque”. La figura del Mesías crucificado no es una forma de chantaje, ni siquiera un simple logo de religión; es una bandera levantada, un grito que evoca a llamar la atención a todos los hombres, con un solo sentir, el “TE AMO” de parte de Dios. Como dice el apóstol juan: en esto conocemos lo que es amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros… (1 Juan 3:16)

 

CUARTO MOMENTO: EL ALCANCE DEL AMOR DE DIOS

El Dios de la biblia es un Dios que ama y que en esencia es amor (1 Juan 4:8). No es un amor pasivo, sino un amor que se mantiene constante entre los hombres. Un amor que perdona, un amor que olvida, un amor que transforma, un amor que busca cautivar (Romanos 5:8). Es también un amor que parece desesperar, un amor que es todo un misterio que debe ser disfrutado y de cuya teoría no se podría sacar mayor provecho más que ser atraído a la práctica, a probar  de este Dios. C. S. Lewis decía que “Dios se comporta como si nos necesitara porque nosotros necesitamos que Él nos necesite” (C. S. Lewis, el problema del dolor, 1940). Y otra vez se refiere al amor diciendo: “Sólo aquellos en quienes entró el amor en sí mismo ascenderán al amor en sí mismo” (C. S. Lewis, Los cuatro amores, 1960). Solo es cuestión de todo hombre que el alcance del amor divino abarque su existencia.

 

Erick Gamaliel Hernández Aguirre

Para más información consulta el potcast del tema respectivo.[epa-album id=»403″ show_title=»false» display=»excerpt»]

Publicado en +PAROXEANDO.