Pan Diario de Martes 27 Marzo 2018

Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
Salmo 42:3
Tú… Señor mío, favoréceme por amor de tu nombre; líbrame, porque tu misericordia es buena. Porque yo estoy afligido y necesitado, y mi corazón está herido dentro de mí.
Salmo 109:21-22
¿Es necesario hablar del sufrimiento? (1)
¿Cómo hablar del sufrimiento, si no es dejándolo hablar por sí mismo? ¿Cómo expresarlo cuando es tan intenso que nos deja sin palabras? Algunos piensan que los cristianos son expertos en discursos sobre el sufrimiento, que muy a menudo tienen palabras preformuladas para explicarlo.

La Biblia no trata de definir el sufrimiento de forma abstracta, sino que habla de personas que sufren, y sobre todo de Cristo, quien llevó “nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores” (Isaías 53:4). Dios no disminuyó ningún sufrimiento a Su Hijo, al “varón de dolores”. Crucificado, Jesús oró por sus verdugos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

Pero en la Biblia Dios no duda en presentarnos al hombre en su lucha contra el sufrimiento, a través de la vida de todos, hombres, mujeres, jóvenes o viejos. También muestra lo que lo produce: violencia, traición, desprecio, odio, soledad, enfermedades, heridas morales cuando el alma vacila al borde del vacío.

Así, la Biblia evoca este dolor que llama, gime y pregunta: “¿Dónde está… Dios?”, y que trata de escuchar, perdidamente, una respuesta divina. Todo un libro de la Biblia nos presenta la prueba de Job. Del corazón de ese creyente surgió un grito de sufrimiento, sufrimiento que lo llevó al límite de la rebelión. Entonces Dios se reveló a Job como nunca antes había podido hacerlo.

(mañana continuará)
Aleluya!! Aleluya!! ?

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